El 18 de febrero se presentó la obra “Introducción al islam”, escrita por el sacerdote cordobés Antonio Navarro, en la sede de la editorial BAC en Madrid.
La presentación contó con la participación de destacados representantes del ámbito religioso y académico, entre ellos: Juan Carlos García, director de la BAC; Mohamed Ajana, secretario de la Comisión Islámica de España; Francisco Javier Martínez, arzobispo emérito de Granada; Ramón Valdivia, presidente de la Subcomisión de la Conferencia Episcopal Española para el Diálogo Ecuménico e Interreligioso; Pilar González, catedrática de Literatura Árabe de la Universidad de San Dámaso; y Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid.
Durante el acto, Mohamed Ajana destacó que el Corán subraya la diversidad como una realidad natural e inevitable de la humanidad. esta pluralidad no debe ser motivo de conflicto, sino una oportunidad para el aprendizaje y la cooperación mutua. En este sentido, el concepto islámico de “ta’āruf” (conocimiento mutuo) no se limita al reconocimiento pasivo del otro, sino que implica un esfuerzo activo de interacción, entendimiento y colaboración. Este conocimiento mutuo se traduce en una convivencia armoniosa y en la construcción de puentes entre comunidades.
La pluralidad no debe considerarse una amenaza, sino una oportunidad para el progreso colectivo. Sin embargo, lograr este objetivo requiere sabiduría, paciencia y un compromiso profundo con principios universales como la justicia, la misericordia y el respeto mutuo.

La gestión sabia de la diversidad: un camino hacia la paz
La gestión adecuada de la diversidad no es solo un mandato ético y Jurídico, sino también una vía esencial para alcanzar la paz y el entendimiento entre comunidades. Cuando la pluralidad se aborda con sabiduría y compromiso, nuestras diferencias se convierten en fuentes de enriquecimiento mutuo en lugar de división.
Solo mediante un esfuerzo conjunto y constante podremos construir un futuro en el que las distintas creencias, culturas y tradiciones contribuyan al bienestar común. Este enfoque no solo beneficia a las comunidades religiosas, sino también a la sociedad en su conjunto, al fomentar una convivencia pacífica y enriquecedora